martedì 31 marzo 2015

Placeres simples, retos difíciles

Levanto un peso para quitarme otro de encima. Un peso que se ha acumulado en mis piernas por la falta de una pasión un tiempo rutinaria. Un placer que se me ha negado en los últimos 5 meses, aquel vulgar corres detrás de una pelota que vacía la mente y relaja el espíritu.

Ambicioso pero sin peculiares exigencias que no sean un buen café o la compañía de verdaderos amigos, vuelvo a ponerme en marcha en todos los sentidos. El sol que se aleja poco a poco detrás de las nubes vuelvo de repente para crear unos juegos de colores y reflejos poco comunes, mientras la fatiga se aleja de los gemelos.



No acostumbro a pedir mucho para ser feliz. Me basta con sentirme ligero y en paz con quien me rodea, aunque esté lejos, pero tengo el incorregible defecto de ponerme los retos más complicado, porque lo fácil no me atrae.

Una serie de subidas se deparan tras unas breves pausas en los valles de la vida. El fondo no se ve. No tiene fin, aparentemente. Mejor así, porque si lo viera, no estaría tan motivado en seguir subiendo las cuestas que se me paran delante.


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