venerdì 15 marzo 2019

Txirimiri


Salpican gotas en la cara. Gotas de olas. Olas salvajes de un Océano inhóspito pero a la vez fascinante. Es el mar infinito que todo hace y nada resta. Es la emoción de mirar al infinito gris del agua. Amenaza. Amenidad.

Desde el cielo baja liviano el Txirimiri. A las antípodas del Mediterráneo la chacarera del mundo no se baila al sol. Sigue el ritmo de la lluvia.


Se mezclan el salitre y la dulzura. Soledad querida. El sendero se desliza entre charcos. Una telaraña atrapa al Txirimiri hasta incrustrarlo en sus entrañas. Obra maestra de una naturaleza imponente que ruge alrededor. Es el cenit de la interpretación. A través de la telaraña se ven dos mundos distintos: el del interior y el del exterior. Elegimos cuál habitar a pulso, enfocando más o menos.

Los pasos se alejan de la carretera. Ha llegado el momento. El libro que tienes en la mochila ya tiene todas sus páginas vividas. Y vívidas. Buscas agua. La de arriba y que salpica en tu cara no te basta. Lo quieres todo. Y por eso vuelves a empezar. Un paso delante de otro. Sin mirar atrás. El Txirimiri es el adiós. Las olas que saltan subliman tu experiencia. Sin saber cuándo y si volverás.

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