lunedì 26 dicembre 2016

Apertura

El arranque es como el de un motor potente pero dormido, obcecado por una pereza global que interpreta el frío clima estorbando la puesta en marcha de la moto, sea ella una Poderosa o una Vespa cualquiera. Los dedos son las ruedas que llevan la batuta y el tiempo del camino, tanto en autovía como en una carretera desmantelada, con el torpor se aleja del cuerpo a través de un bostezo y permite desfogar lo que para alguno es creatividad envuelta en telarañas.

Con el son de los arcos la ‘Apertura’ es el comienzo de un viaje en los viajes de más de quince años en los que el pasaporte y el alma dejaban encontrarse con el otro a través del desapego a las costumbres y a las comodidades. El diario de un precario tiene como prólogo obligatorio aquella melodía que dio forma a una especie de aventura, la que prevé escaparse de los esquemas y saltarse las casillas de la vida para dibujar un recorrido personal. Es algo que no se elige. Tal vez te elige él a ti.


Viendo mi cara en una pantalla casi a oscuras intento hablar conmigo mismo, como a veces hago en el mar, intentando distinguir algún punto concreto del horizonte del que solamente una vez - gracias a un desvelo al alba de un largo viaje en barco -pude ver la inclinación. Los dedos en las teclas dan el ritmo, como si estuvieran componiendo una música de palabras, ya que la de las notas nunca fue de mi dominio. El andamiento suave de los arcos acompaña los primeros metros, cuando la espalda no se ha enterado todavía que tendrá que sujetar todo mi peso pesado por un largo rato indefinido.

El primer semáforo marca una pausa, útil para arreglar mejor los guantes y mirar de reojo el retrovisor, que a menudo sirve de reflejo de agua para los narcisistas como yo. Es un entretiempo que caracteriza cualquier actividad en la que estoy involucrado, como la de abrir una pestaña nueva de Chrome mientras trabajo con el fin de armar un viaje, echarle un ojo al móvil mientras me afeito o leer un libro mientras hierve la pasta. Porque todos los viajes se revuelcan en las turbulencias, aunque sean por tierra.

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