venerdì 13 novembre 2015

Jaque mate

Una nube de telarañas cierra el paso. Lentamente se aproxima un sonido familiar acompañado por un olor nostálgico. Haces preguntas que resuenan en el eco, y ansioso esperas una respuesta que no llega. La rabia trepa, dura, cruda, penetra en tus entrañas, sin dejarte dormir.

Las mariposas en el estómago se pudren, convirtiéndose en arañas, que acaban comiéndote por dentro, poco a poco. Es un partido de ajedrez, cuyas piezas se te escapan de los dedos. Deberías pensar, muchísimo, demasiado. Tu rival es frío, glacial, y acaba ganándote. Sin posibilidad de revancha.



Ya no puedes volver atrás. Estás atrapado en una jaula imaginaria, de las más difíciles de abrir y de la que la fuga implica una limpieza interna, atascada por una serie de circunstancias exteriores. Se te traba todo, y fallas en lo más sencillo.

La partida termina. Perdiste. Otra vez. Todo vuelve a ser un recuerdo, grabado en una cinta virtual que tu cabeza sigue retransmitiendo. Hasta no sabes cuándo.Hasta que podrás jugar otro partido en el que pensar en exceso te volverá a traicionar, y dejarse llevar también.

Perdiste. Nadas en la incertidumbre. Y se acerca el invierno. Mejor volver a la orilla, para secarse antes de que llegue el frío y el viento acabe contigo. De nuevo en busca de un camino, por la enésima vez. Intentando no perderte.

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