lunedì 7 luglio 2014

Cruce de emociones

De la Patagonia a las Cataratas de Iguazú se forma un área multiforme, repleta de diferentes matices, múltiples colores y sensaciones disparatadas. Un vértigo de emociones en el radio de miles y miles de kilómetros cuadrados, entre una frontera montañosa y un Río que en realidad es un mar.

De la Patagonia a Iguazú se mueven pasos intrépidos e inquietos, en constante búsqueda de un panorama nuevo para los ojos y de un sabor nuevo para el corazón. Al principio y al final de estos pasos se halla un lugar peculiar, criollo. Un cruce de emociones como ninguno. La llegada en verano y la partida en invierno cierran el circulo.

Lo antes desconocido se vuelve familiar en menos de siete meses. Las distancias, en principio enormes, se hacen más llevaderas, pese al paso del frío al calor. Las personas queridas aumentan de día en día. Todo es posible en un lugar que vive de continuas mezclas de culturas y cuyas raíces llegan debajo del Océano, procedentes del otro lado.



Armenia, Lambaré, Nicaragua, Libertador, Sarmiento, Defensa, Santa Fe, Cordoba, Corrientes, cotidianamente mencionados, forman parte de la rutina. Y miras hacia atrás y te alegras de tu elección, que a muchos parecía una locura, bendito empuje a superarse constantemente.

Vuelves a escribir otra página de tu libro cuyas primeras hojas son ya amarillas y huelen de tus experiencias. Las demás páginas están por escribir. Con más recursos en tu bagaje. No se ve cuantas son, salen poco a poco, a medida nuevas sensaciones y colores llenen tu vida. Te das la vuelta y vuelves a decir gracias, para volver a apuntar hacia adelante. Otra vez.


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