lunedì 2 febbraio 2015

Olas de invierno

El sol tibio sale poco a poco y crecen las ganas de contemplar el azul del mar movido por un viento plácido y frío. Te atas los cordones y empiezas a aumentar el ritmo de tus pasos hasta que poco a poco se perfila el horizonte y la luz es más fuerte.

Se percibe más fuerte el olor a sal, algo que parecía haberse perdido, atrapado en los entresijos del tiempo. El ritmo se establece y el respiro es ligero, porque la vista ayuda y da más oxigeno a los gemelos. Mientras, la rodilla se apoya más confiada, ansiosa de recuperarse para la llegada de la temporada serena y leve, en la que las sensaciones mejoran cogiendo la mano del clima y de las horas luminosas.


El mar en invierno es más íntimo. Agudiza las sensaciones de los que lo quieren y no pueden vivir sin él. Hasta que unos minutos de ejercicios en las rocas te permiten sentirte para de él, mientras las gotas salpican el chubasquero y refrescan tu cara.

La musica de las gaviotas abre las orejas y enciende el corazón y el poder del mar resuena hasta las interioras del pueblo de pescadores, donde se saborea el placer de una vida cotidiana aún por madurar y de la que contar. Y por debajo el ruido de las olas que acompaña.

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